domingo, 14 de noviembre de 2010

Te voy a echar de menos

Comienzo a sospechar que tienes en tu poder el anillo de Giges. Lo sé por tu capacidad de desaparecer cuando no me lo imagino y apareces cuando menos me lo espero.

Has conquistado cualquier reino que te impongas en tus metas, en tus locuras inexorables, en tus desvaríos que te alejan cada vez de mí.

Empiezo a entender el mal augurio que me espera: Tu mano es más fuerte que la mano de Fátima con el ojo exacto, que arranca cualquier posibilidad de compartir mis suplicios con tus letanías.

Transportas el estigma de Caín en tu semblante e irónicamente, nadie lo nota hasta que ya es muy tarde y has hecho el daño suficiente para nunca olvidarte.

Me voy tranquilo con tu canto de sirena, tirándome a un río, siguiendo tu ruido de Hamelín, con la idea de que algún día nos encontremos nuevamente, seamos los de antes y nos demos un abrazo... Aunque reconozca que el Edén esté muy lejos y Shangri-La aún no se ha descubierto.

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